Miguel Calmon du Pin e Almeida

La salida del período de la pandemia nos lanzará a una realidad de muchas preguntas sin respuestas, mucha incertidumbre y muchas angustias.

El interrogante principal, pienso yo, nos interpela acerca de qué mundo encontraremos luego de la crisis del coronavirus. La salida de la crisis llevará a un cambio en nuestros hábitos y modos de vida o apenas acentuará lo que vivíamos anteriormente? Habrá una explosión de vida de relaciones, de la solidaridad? Los cambios climáticos tendrán lugar en nuestra agenda o la concentración de renta y de intereses se van a intensificar en virtud de la crisis económica?

Por eso, quisiera comenzar compartiendo con ustedes una entrevista de Edgar Morin, de 19 de mayo de este año, publicada en el Le Monde.

Cuestionado acerca de lo que podemos esperar de la experiencia que vivimos con la pandemia, Morin contesta:

  • Espero que la excepcional y mortífera epidemia que vivimos nos brinde la consciencia no solamente de que somos llevados hacia el interior de la increíble aventura de la Humanidad, sino también de que vivimos en un mundo, al mismo tiempo, incierto y trágico. (…)

El periodista hace la pregunta:

  • Usted conoce las cuestiones kantianas – qué puedo saber? qué debo hacer? Qué se me permite esperar? Qué es el hombre? – qué fueron y siguen siendo las cuestiones de su vida? Qué actitud ética debemos adoptar delante de lo imprevisto?
  • La pós epidemia será una aventura incierta donde se desarrollarán las fuerzas de lo peor y las de lo mejor, y estas últimas estarán todavía débiles y dispersas. Sepamos, al fin, que lo peor no es seguro, que lo improbable puede advenir y que, en el titanesco e inesgotable combate entre los enemigos inseparables, Eros y Thanatos, es saludable y más fuerte adherir al equipo de Eros.

Ahí se concentran los mayores y mejores esfuerzos, ser saludable y fuerte para seguir adherido a Eros. Acordarse, aun cuando la mejor de las posibilidades todavía está precariamente delineada, que lo peor no es una certeza.

Esto significa una actitud ética frente a la increíble aventura humana, en la cual, aun ante el reconocimiento de nuestros mejores esfuerzos, no se deja reducir a las razones que le queremos atribuir.

Espera y esperanza se implican mutuamente. Toda la espera vive una esperanza, así como toda la esperanza se sostiene en una espera. Al implicarse mutuamente nos exigen una impaciente paciencia, o una paciencia impaciente, porque, de la misma forma que espera y esperanza, la paciencia sin impaciencia es vacía y la impaciencia sin paciencia, descarga.

Cuál la dimensión posible de futuro, del porvenir en la vigencia de lo traumático?

Decimos, con cierto humor, que cuando el plan B consiste en insistir en el plan A, podemos afirmar que estamos en un callejón sin salida.

Significa decir que en la vigencia de lo traumático vislumbramos apenas un plan. Sin alternativas, se tiene apenas una salida y es una salida clausurada. Consecuentemente, no hay salida sino insistir en el plan A.

Nuestro primer desafío será lograr salir de ese callejón sin salida. Esto significa, y por eso la importancia de la entrevista de Morin para mí, aceptar que vivimos en un mundo incierto y trágico y que, en esta aventura incierta, lo peor no es una certeza, luego, podemos esperar por lo imprevisto y, más aún, que lo improbable pueda advenir.

Tenemos que arriesgarnos! Tenemos que enfrentar este riesgo!

André Green, en las Conferencias Brasileñas, nos enseña cómo “la palabra analítica ‘de1senluta’ el lenguaje”.

Qué significa “desenlutar” el lenguaje?

Significa decir que la palabra traumatizada cosifica la experiencia y la palabra analítica, al presentarse como tercer elemento en la relación, descosifica la cosa de su concretud y así, le devuelve a las palabras su fuerza poética.

La elaboración de los planes B, C, D… tiene como condición previa la fuerza poética.

Necesitaremos esta fuerza poética ya que el plan de salida del período de aislamiento social, repito, nos dejará frente a muchas preguntas, incertidumbre y angustias.

La explosión del uso de la internet, con sus aspectos positivos y negativos, permanecerá en nuestros hábitos recién adquiridos? Los colegas que trabajan en sus casas de campo, los que piensan en devolver sus consultorios, el aumento del alcance para los análisis personales, las prácticas solidarias que nos han permitido vivir durante el confinamiento se mantendrán? Las redes de solidaridad, que tanto nos vienen salvando, se mantendrán? O seguiremos acelerando el tiempo, tomados por el ideal narcisista del “todo es posible”? El “América first” va a preponderar?

Cómo conciliar un tiempo donde la mejoría tan sensible de la calidad de vida de los hombres convive con el retorno de los discursos nacionalistas, egocéntricos, rodeados por esperanzas mesiánicas, negacionistas, que se apoyan apenas en la palabra del líder supremo?

Habremos llegado a un punto culminante civilizatorio que determina la destrucción de todos los valores que nos orientaron? Estaremos viviendo el fin de una civilización en plena decadencia? Hemos perdido la fuerza poética y todo ganó concretud? Si lo que vemos es una ruta plana, se concluye que la Tierra es plana? Las palabras perdieron su fuerza metafórica? No designan nada más allá de lo que supuestamente dicen?

En el momento, en el interior de la “tempestad perfecta” que se formó en Brasil, reuniendo, de un lado a la pandemia y sus gravísimas consecuencias y, de otro, la crisis política causada por el gobierno federal y sus gravísimas amenazas. Delante de esta tempestad perfecta, mirando hacia afuera, no logro percibir en el horizonte señales que me traigan alegría y esperanzas.

Tengo que mirar hacia dentro y encontrar en mí la esperanza necesaria para proseguir. Sólo porque yo quiero! Sólo porque es necesario. Sólo porque en la lucha entre Eros y Thanatos tenemos que ser hinchas de Eros. Hinchar ardientemente, imprevistamente, improbablemente.

No logro concentrar mi rápida reflexión apenas sobre los efectos de la pandemia sobre el futuro de todos. Para nosotros, brasileños, este futuro está comprometido con la manera con que la crisis del coronavirus está siendo utilizada para implantar una ola de actitudes autoritarias. Amenazas concretas al estado democrático de derecho.

Frentes democráticas se empiezan a formar en todo Brasil,oriundas de diversos partidos, en defensa de la democracia, en un inmenso esfuerzo para revelar las voces de más de 75% de la población brasileña que no apoyan las pretensiones claramente autoritarias del gobierno actual.

La charla con los amigos, Alberto, Marcelo y vos, Elizabeth, y con todos los amigos y colegas que comparten con nosotros este webinar, me podrá ayudar a revelar esperanzas que en este momento lucho para no perder.

Perplejidad quizás sea la palabra que mejor me define. Yo estoy perplejo. Todavía me cuesta creer en lo que vengo escuchando en Brasil y en muchas otras partes del mundo.

Como si no fuera suficiente el enfrentamiento de una pandemia inédita – quién osaría, en el final del 2019 anticipar lo que estamos viviendo? – Insanidades, irresponsabilidades, absolutamente refractarias a cualquier empatía con el sufrimiento de tantos desafían nuestra confianza en la humanidad de los hombres.

De ahí la importancia de sostener éticamente nuestra posición frente a lo que no se puede prever. La experiencia de haber pasado por otras crisis, aunque no similares, quizás nos permita seguir creyendo en lo imprevisto de las salidas más creativas y humanas, como diría Morin, que ellas puedan advenir, improbablemente.

Rio de Janeiro, 03 de junio de 2020.
Miguel Calmon du Pin e Almeida.

Psicoanalista. Miembro efectivo y didacta de la Sociedade Brasileira de Psicanálise do Rio de Janeiro (SBPRJ) de la que fue presidente (2014-2016). Actual director del Instituto de la SBPRJ. Editor regional de la Revista Brasileira de Psiconálise.

* Título de la convocatoria a la Cuarta Mesa de Diálogo Online. Fepal Atendiendo La Emergencia, el trabajo fue preparado para esa actividad.

Notas

Notas
1 N.T. Se mantuvo el término usado en el original, en portugués. “Desenlutar” se puede entender como abandonar el estado de luto o de duelo.

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