Editorial

Será que nunca faremos senão confirmar
A incompetência da América católica
Que sempre precisará de ridículos tiranos
Será, será, que será?

Enquanto os homens exercem
Seus podres poderes
Índios e padres e bichas
Negros e mulheres
E adolescentes
Fazem o carnaval

Caetano Veloso, Podres poderes[1]

Herencia

Si en sus comienzos el psicoanálisis tomó como socio mayor a la literatura -“a mí mismo me resulta singular que los historiales clínicos por mí escritos se lean como unas novelas breves” (Freud, 1895/2016, p.231)-,[2] quizás porque el cine y el psicoanálisis surgieron en la misma época, no mucho después éste, con sus imágenes tan próximas al sueño y en una sala oscura, pasará también a formar parte, tal como la literatura, del acervo imaginario de los psicoanalistas.

Llega a mí una película, una imagen emblemática, una escena conocida por casi todos, proveniente de 2001: Odisea del espacio (Kubrick, 1968). En la pantalla el fémur del animal abatido y devorado por el grupo de primates se vuelve instrumento en manos de uno de ellos.

Usado como herramienta para quebrar otros huesos, o como curioso juguete que explora el pequeño “cachorro”; tomado como instrumento de poder, de fuerza, para asesinar y expulsar a los “otros”, a los de otro grupo, es el ADN de lo humano el que se encuentra en este instrumento/arma, objeto de vida y de muerte que, al ser lanzado al aire, viaja siglos, milenios y que, con la magia del cine llega a una nave espacial que recorre el espacio tal como el fémur lanzado, llevando en sí el poder de la curiosidad y la herencia de lo humano.

Dentro de la nave, debido a la falta de gravedad, del bolso de un hombre adormecido se desliza una lapicera que flota en el aire. Y nuevamente está allí el fémur.  El hombre produce la tecnología, el lenguaje, la escritura… produce la palabra, la herencia transmitida.

¿Qué poder le daremos hoy en día a ese fémur, herramienta, juguete, arma, nave, lapicera? ¿Cómo usarlo? ¿Dominaremos la técnica o dominaremos al “otro”? ¿En qué nos transformamos cuando somos investidos con cierta partícula de poder, por más mínima que ésta sea?  El poder, como casi todo lo que el hombre toca, supone paradojas, formas variadas de manipulación y, cada uno con su historia y a su manera, necesita generar su propio manual de uso. 

 La literatura, el cine y el psicoanálisis navegan en un mismo mar y tantean su rumbo desde el poder de las palabras: cuentan historias. Historias para vivir, para “domar” el tiempo, para dar sentido a la vida, engañar a la muerte. Todos somos Sherazade. El poder del relato es nuestra potencia, nuestro oficio.

Penetrar por los meandros de las historias en el asombroso mundo de lo fantástico, del espacio “subterráneo”, abre las puertas a lo download del inconsciente, otro lenguaje, espacio sin tiempo.  Realidad y ficción comparten un entre sutil, tenue.  Reviendo la escena del fémur lanzado al aire, llego sin dificultad a los aviones cargados de bombas y de seres humanos que atraviesan y perforan el espacio, “entrando” sin pudor en las Torres Gemelas y en el alma de millones de personas.  Sería increíble si no fuera real y trágico. La realidad sorprende a la ficción.  Credo quia absurdum, como dice uno de los autores de este número de Calibán.  En ese momento el mundo comprendió que el hombre ya no volvería a ser nunca más lo que era.  Así como tantas otras veces a lo largo de la historia de la humanidad, en las que el uso del poder “creó muerte”.  El poder de la imaginación es superado por el poder del acto. “… A menudo y con facilidad se tiene un efecto ominoso cuando se borran los límites entre fantasía y realidad, cuando aparece frente a nosotros como real algo que habíamos tenido por fantástico, cuando un símbolo asume la plena operación y el significado de lo simbolizado…” (Freud, 1919/2010, p. 364).[3] 

Cada paso en la construcción de la cultura nuestra de cada día, se da entramado con la barbarie, como tristemente aprendimos junto a Walter Benjamin (1940/1994). Así es también el proceso de transmisión de la cultura.

Volviendo al tema que Calibán propuso en el XXXII Congreso de Fepal en Lima: ¿De qué estará hecho el mañana? Reflexión que Víctor Hugo se planteó en el siglo XIX y que Derrida, en diálogo con Roudinesco (2004) retoma para este siglo XXI. Calibán sigue ese recorrido en este número con el tema Poder.  ¿Cómo usamos nuestro poder?  ¿Cómo usaremos nuestra potencia? ¿Con qué material haremos el mañana? ¿Qué analistas somos?  ¿Qué analistas seremos al escuchar los ecos de nuestro legado? “Lo que has heredado de tus padres adquiérelo para poseerlo” (Göethe citado por Freud, 1913/2012, p. 241).[4]

A nosotros, los psicoanalistas, nos cabe ofrecer la escucha de un psicoanalista comprometido con su historia y con la historia de su entorno, para que surja del analizando la palabra con el poder del relato y la construcción de su propia historia.  En Calibán ofrecemos el espacio de la “página en blanco”, poderoso espacio de un psicoanálisis en lengua menor y, por ello, más al margen y, por ello, más libre, para que en este espacio se pose el fémur/pluma y las palabras escritas transmitan pensamiento vivo en su poder creativo y transformador.

La palabra que nos sostiene llega, a veces, en un trazo que se alarga en dibujo, o en una imagen que nos representa y que en Calibán, salta del garabato de Bansky rasgando las paredes e imponiendo a la mirada sus formas entre poéticas y contundentes.  Y como alerta, función del arte, la obra de Adriana Varejão toma nuestra portada y revela lo que muchas veces intentamos velar con la palabra.

Velar, mentir, también modos de usar el poder de la palabra.

Voces

Con las voces de dos valientes mujeres que insistieron en dar palabra a lo que se quiso callar, Laura Veríssimo, compañera del equipo editorial de Calibán, en un texto ganador del premio Psicoanálisis y Libertad del XXXII Congreso de Fepal, abre este número con el impacto que el tema Poder requiere, dándole voz a estas dos psicoanalistas que el mainstream del psicoanálisis (de su época) intentó silenciar.  ¿De qué lado quedaremos?  ¿De qué estará hecho el mañana? 

El poder se aloja en espacios tan diversos, se espirala en tantas vertientes y desborda en la sección Argumentos. Atravesamos así por el poder perverso que emana del filme Terciopelo azul (Blue velvet) guiados por Andrea Sabbadini, para adentrarnos en la sutileza de la comunicación que circula entre el niño y el adulto, en la  que también, de otra manera, la perversión puede acontecer, y de hecho acontece en la desmentida que Eyal Rozmarin señala de manera delicada, con ideas ferenczianas y laplanchianas.

Continuamos hacia el consultorio de análisis, con ideas sobre las distintas formas de poder ejercidas por las posiciones que cada protagonista adopta en esa escena, ya sea como analizando o como analista, como supervisor o supervisando. Hay que tener cuidado.  La perversión está muy próxima a nosotros, los analistas, particularmente en cada ocasión en que nos descuidamos acerca del poder que, inevitablemente existe entre aquel que busca el saber y aquel que supuestamente “lo tiene”.  Quien nos busca lo hace envuelto en una fragilidad que nos hace responsables, puesto que nos inviste con el “poder de la cura”. Si, como dice el proverbio, noblesse oblige, así también el poder compromete, en la medida en que existe un sujeto que confía en y es confiado a nuestros cuidados.

En este número, deteniéndonos en el punto del poder del analista y/o del analizando como una cuestión que debe ser pensada, por más que no forme parte del campo usual de la publicación, elegimos publicar una investigación sobre consentimiento informado. ¿Qué hacemos en ese ámbito los psicoanalistas? ¿Se le informa o no al paciente acerca del uso del material clínico?  Es un interrogante que se mantiene abierto.

También como analistas sabemos que el psicoanálisis no existe aislado y encerrado en un consultorio, con su simbólico diván. Freud comprendió que el psiquismo humano tenía sentido tan sólo enmarcado en un panorama histórico y social, del cual no podía ser desvinculado. Tan sólo en ese contexto seremos analistas de nuestro tiempo, viviendo en el espacio de las ciudades contemporáneas sin perder de vista la captación del dolor de lo humano. De este modo, Bernardo Tanis aborda el psicoanálisis y sus clínicas, llevándolo mucho más allá del consultorio, el pensamiento y el acto del psicoanalista.

Entre la potencia del psicoanálisis, su poder como discurso, su poder como acto, ¿cómo transitamos los psicoanalistas? Mirta Goldstein se adentra por ese camino, interrogándose y apuntando a un analista con una mirada en perspectiva, que pueda ser crítico en relación a “lo que circula”. Una escucha en perspectiva, podemos pensar, como la de los extranjeros que buscan el sentido de una palabra en una deconstrucción, puesto que las palabras muestran y esconden y puesto que, antes de hablar, somos hablados.  Búsqueda de sentido como posibilidad de duda y apertura a otras palabras.  De los psicoanalistas se espera que puedan sostener el poder de la incertidumbre, esa que, si se sofoca, corre el riesgo de llevar la palabra al orden del fanatismo.  La entrega de la voz propia a un Dios cuyo verbo se toma en forma ciega y sorda es lo que Mario Betteo Barberis desarrolla al pensar en las tres religiones monoteístas y sus pactos con la palabra divina.

Para escapar de las trampas del discurso del poder y mantener el espíritu crítico; para no volvernos “analistas fanáticos”, buscamos las palabras que llegan desde otros espacios y otras miradas. En El extranjero, Salem Nasser nos hace llegar un texto fragmentado y tal vez por ello tan rico, en el cual el poder viaja por caminos que llevan al encuentro con el pensamiento de Canetti, Foucault, Nietzsche, abriendo espacio para “sumergirse en el sentido de las palabras”.  De este modo también en el Dossier, los autores penetran en el poder de las palabras y su forma simbólica, de cura.  Palabras en transferencia que construyen y afectan los cuerpos, en dirección a la palabra poética, al rastro sonoro de la palabra, a la transformación de la palabra que altera sus propios sentidos y la palabra en el cine documental que, en equilibrio fugaz, baila entre realidad y ficción.

También sosteniendo un delicado equilibrio, Sadir Kakar, psicoanalista indio, atraviesa diferentes fronteras, yendo de un margen al otro, no solamente entre Oriente y Occidente, sino también adentrándose en los caminos en que esos opuestos se tocan y se apartan. Atenta al Zeitgeist, Calibán lo sigue en Textual, en entrevista de Mariano Horenstein.

Tenemos un problema…   

Es lo que dolorosamente constatamos en Vórtice.  Nuestra herencia carga también con el peso de la esclavitud de negros africanos y con el flagelo de los indígenas de las Américas.  Es una herencia que no podemos eludir aunque como latinoamericanos siempre intentamos hacerlo. Esperaríamos que ello no ocurriera en el espacio psicoanalítico. Pero tenemos un problema… Sí, el racismo existe y nosotros, los psicoanalistas, hacemos y seguiremos haciendo, si no estamos especialmente atentos a nosotros mismos, lo que siempre se ha hecho en este continente: desmentir y, de este modo, dar muerte física y psíquica a millones de personas con etnias distintas a las que el poder europeo estableció como “oficiales”. Comprometidos con el tema de la sección y con cierta osadía, elegimos como editores arriesgarnos a mantener el texto de presentación de este espacio, O racismo como fator clínico relevante: tenemos un problema, tal como fue originalmente escrito, en dos idiomas, alternando el portugués de Wania Cidade, psicoanalista carioca y el español de Jorge Kantor, psicoanalista peruano; entremezclando así el pensamiento y las palabras de ambos al tratar este difícil tema.  Somos una sociedad que excluye y si no podemos como psicoanalistas ofrecer un lugar al sufrimiento de los excluídos, estaremos excluyendo también aspectos propios, imaginando una imposible e indeseable supuesta pureza, volviéndonos psicoanalistas con palabras a medias, en voz baja, sin vigor y sin alma. ¿Tendremos ese derecho? ¿O, como ciudadanos y psicoanalistas, podremos usar nuestro instrumento de trabajo – extraño instrumento, extraña neutralidad empática, compasiva, que reconoce la palabra del otro –  para “hacer política”?

¿No sería política una práctica que permite que pueda emerger la singularidad del sujeto? ¿Una práctica en la que las situaciones traumáticas puedan encontrar lugar para ser narradas y escuchadas, y en la que las historias dolorosas que no fueron escuchadas, puedan tener un espacio en el cual el dolor vivido sea validado? Volver posible a quien tiene la palabra el apoderarse de ella, en su subjetividad, usándola en lengua propia –trabajo del psicoanalista – tiene, sin duda, el nombre de política. El psicoanalista no existe fuera del contexto social e histórico en el cual ejerce el psicoanálisis.  Así lo aprendemos con algunos de nuestros pioneros.

En San Pablo tuvimos la suerte de convivir con la fuerte figura de D. Virgínia Leone Bicudo. Alejada de la clase dominante, descendiente de esclavos e inmigrantes, esta socióloga que se volvió psicoanalista – claro, no sin dificultades – entendía al psicoanálisis como un gran mundo de vastos horizontes el cual, a su vez, contribuyó a ampliar en forma exuberante y en todos los sentidos. Cabe reproducir una de sus frases cuando, como visionaria, percibió lo que sería Brasilia, nueva capital de Brasil:

Lo que sucedía en Brasilia era una migración de gente: los candangos[5], el personal del gobierno, gente del extranjero.  Pensaba: “Se está produciendoun verdadero melting pot cultural y el psicoanálisis será muy importante en esta ciudad. (…) Podemos hacer una contribución a todos…” (Bicudo, 1989, p.15).

Las fronteras que se abrían eran, para esta pionera, un espacio más para el psicoanálisis.  Las migraciones, inmigraciones, eran material de trabajo y de pensamiento psicoanalítico, tal como puede seguir el lector en su historia, contada por Carlos Frausino, en Clásica & Moderna

Aunque hay muchas mujeres psicoanalistas, son pocas las que pudieron y pueden demostrar su potencia en cargos de dirección, con poder. Por primera vez en IPA, en sus 150 años de existencia, es una mujer y sudamericana, la que asume la presidencia. Otra Virginia, Virgina Ungar. También Fepal tiene por primera vez, en su nueva directiva, a una mujer como presidente, Cristina Fulco. ¿Coincidencia?  Tengo la esperanza de que no. Ojalá sea la señal de nuevos tiempos, más despejados, en los que el tema Fronteras, elegido para el próximo Congreso de Fepal 2020, nos inspire a pensar salidas creativas para lo humano.

Aprendemos como psicoanalistas a responder al pensamiento rígido y excluyente con voz de resistencia, sin escaparnos buscando amparo en una neutralidad que puede por momentos volverse obscena. Tomar en nuestras manos el legado de la herencia que recibimos y que debemos saber transmitir, es parte de nuestro quehacer psicoanalítico.  En tiempos oscuros continuamos siendo psicoanalistas.  La delicadeza y el poder de la escucha es con lo que contamos para albergar la palabra temerosa de quien nos busca.  Es la herencia que nos toca.

También herencia

Con Austria tomada por el nazismo, sus libros quemados, su práctica de trabajo impedida –decadente ciencia de judíos- sus hijos Martín y Anna interrogados por la Gestapo, Freud, a los 82 años y enfermo, “opta” por el exilio.  Lleva consigo piezas de su colección de antigüedades y algunos libros.  Siendo acompañado por su esposa, hijos y algunos pocos parientes se ve obligado, para poder dejar Viena, a suscribir un documento en el cual debe afirmar haber sido bien tratado por la Gestapo. Se cuenta, entonces, que bajo el poder del oficial nazi, Freud habría osado pedir agregar al documento una frase, escribiendo: 

Recomiendo calurosamente la Gestapo para todos.

Si non é vero, é ben trovato.  Existen referencias de que el hecho es verídico, otras de que no, ¿pero qué diferencia hay?  Es una frase poderosa de quien, con la palabra quebrada, ¡habla!  Para nosotros, pasados ya 80 años de ese momento, suena como poesía para enfrentarnos con muchas pequeñas o grandes gestapos que se atraviesan en nuestros caminos.  La ironía, el witz, desconcierta.  Lleva a que, por un breve instante, el poder cambie de lado y se genere un espacio de respiro, en un mundo “sofocado”, sometido a la opresión.  Quizás sea solamente ficción, pero nos alimenta y construye nuestra historia.  Finalmente, vivimos de contar historias.  No historias simples, sino historias que nos significan.

Como estas que siguen en Calibán.

Raya Angel Zonana
Editora en jefe, Calibán – RLP

Referencias

Benjamin, W. (1994). Sobre o conceito de história. En S.P. Rouanet (trad.). Magia e técnica, arte e política: ensaios sobre literatura e história da cultura. San Pablo: Brasiliense. (Trabajo original publicado en 1940).

Bicudo, V. L. (1989). Conversando sobre formação. Jornal de Psicanálise, 44.

Derrida, J. (2004). De que amanhã: diálogo/Jacques Derrida; Elizabeth Roudinesco. Rio de Janeiro: Zahar. (Trabajo original publicado en 2001).

Freud, S. (2016). Estudos sobre a histeria. In P.C. Souza (trad.). Sigmund Freud – Obras completas (vol. 2). San Pablo: Companhia das Letras. (Trabajo original publicado en 1895).

Freud, S. (2012). Totem e tabu. In P.C. Souza (trad.). Sigmund Freud – Obras completas (vol. 11). San Pablo: Companhia das Letras. (Trabajo original publicado en 1913).

Freud, S. (2010). O inquietante. In P.C.Souza (trad.). Sigmund Freud – Obras completas (vol. 14). San Pablo: Companhia das Letras. (Trabajo original publicado en 1919).

Kubrick, S. (Productor y director) (1968). 2001: A space odyssey [filme]. Estados Unidos/Reino Unido: Metro Goldwyn Mayer/ Stanley Kubrick Productions.

Veloso, C. (1984). Podres poderes. In Velô [disco]. Rio de Janeiro: PolyGram.


[1] Será que nunca haremos sino confirmar/La incompetencia de la América católica/Que siempre necesitará ridículos tiranos/Será, será, ¿qué será?… Mientras los hombres ejercen/Sus poderes podridos/Indios y curas y maricas)/Negros y mujeres/Y adolescentes/Festejan el carnaval.  Caetano Veloso, Poderes podridos

[2] La traducción de José L. Etcheverry se corresponde con Sigmund Freud (1993/1895), Estudios sobre la histeria, (p.174), Buenos Aires, Amorrortu.

[3] La traducción de José L. Etcheverry se corresponde con Sigmund Freud (1993/1919), Lo ominoso, (p. 244), Buenos Aires, Amorrortu.

[4] La traducción de José L. Etcheverry se corresponde con Sigmund Freud (1993/1913), Tótem y tabú, (p. 159), Buenos Aires, Amorrortu.

[5] N. del T: Candango: Trabajador de la construcción de Brasilia; por extensión, persona que emigró desde otro estado para la construcción de Brasilia. Fuente Wikipedia. Recuperado de:  https://pt.wikipedia.org/wiki/Candango_(desambigua%C3%A7%C3%A3o)

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