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Claudia Andujar2

Voy a hablar un poco de mi origen. Mi madre era de la Suiza francesa y se crio en una ciudad llamada Neuchâtel. En determinado momento quiso conocer el mundo y se dispuso a trabajar enseñando, fuera de Suiza, sobre la cultura y la lengua que había incorporado desde pequeña, el francés.

La familia de mi padre era de origen húngaro-eslovaco, y después se mudó a un lugar llamado Nagyvárad –que en húngaro quiere decir “ciudad grande”– y queda en la frontera de Hungría con Rumania, en la Transilvania que después de la Primera Guerra Mundial pasó a ser territorio rumano.

La familia de mi padre contrató a mi madre en Nagyvárad (u Oradea) para enseñar a los jóvenes de la familia la lengua francesa y una cultura diferente a la que habían recibido hasta entonces. La familia de mi padre era judía, todos eran judíos. Mi madre trabajó allí con esa familia varios años, hasta que, en esa época ella era joven, conoció a mi padre y finalmente los dos… Mi madre y mi padre se casaron y se quedaron a vivir en Oradea (o Nagyvárad); fue en 1940 que se casaron y se quedaron allí. Mi madre tenía la costumbre de volver una vez al año a Suiza, para ver a su familia. Cuando yo nací fui el primer niño de la familia de mi madre y de mi padre; por lo que entonces incorporé la vida de los judíos de Hungría y, a la vez, crecí también con la len- gua francesa: je parlais depuis mon enfance le français et le hongrois, el húngaro.

Y hoy estoy aquí, en Brasil, hacia donde hui después de la Segunda Guerra Mundial. En la época de la Segunda Guerra la familia de mi padre fue deportada por completo y enviada por los alemanes a un campo de con- centración; me quedé viviendo con mi madre allá en Oradea (o Nagyvárad) y después me fui a Neuchâtel en Suiza.

Fueron años muy difíciles. Toda la familia de mi padre murió en un campo de concentración en Dachau y Auschwitz, a donde habían sido deportados. Me quedé en Nagyvárad (u Oradea) con mi madre, pero en cierta forma yo diría que “escondida” porque si descubrían que mi padre era judío yo también terminaría siendo deportada. Entonces, de mi familia de Hungría puedo contar eso. En 1944, cuando los rusos se estaban acercando e iban a ocupar Nagyvárad (u Oradea), mi madre decidió que ya era suficiente y quiso volver a donde había nacido, en Suiza. Entonces, ella y yo, a escondidas, tomamos un tren de refugiados y vimos la posibilidad de volvernos solas a Suiza. En la familia de mi padre murieron todos, ¡todos! Yo soy la única sobreviviente.

Con cierta dificultad fuimos las dos de Oradea a Viena (Austria), donde nos tuvimos que esconder y donde mi madre se contagió de escarlatina. La escarlatina, en aquel momento, era una enfermedad grave y tuvo que ser llevada al hospital en Viena, donde permaneció varios meses; allí yo también me tuve que esconder para poder sobrevivir.

Esperaba que mi madre saliera del hospital para que pudiéramos continuar viaje hacia Suiza, y fue eso lo que pasó. En Viena muchas veces intenté encontrar a la familia de mi padre, pero no los encontré.

Me escondí para que los alemanes no me capturaran como hija de judío. Fueron años muy complicados. Yo tenía en aquel momento 13, 14 años. Pero finalmente mi madre logró salir del hospital, sobrevivió y me buscó. Me encontró y decidió que continuáramos el viaje juntas para huir del régimen alemán. Y fue eso lo que sucedió.

No fue fácil, pero logramos llegar a Suiza, el lugar de origen de ella y donde también había nacido yo, porque cuando quedó embarazada ella quiso que yo naciera en Suiza. Entonces, esto es lo que puedo contar de mi infancia: la familia de mi padre que nunca más encontré, en la que murieron todos, y yo que escapé con mi madre. Era la única sobreviviente.

Bueno, me quedé viviendo con mi madre en Suiza. Ella empezó a trabajar y a mí me mandaron a la escuela. En determinado momento un tío paterno, hermano de mi padre, descubrió que yo estaba viviendo en Suiza; fue la única persona de la familia paterna que sobrevivió y vivía en Hungría. Me invitó a vivir con él en Nueva York, en los Estados Unidos de América (EUA) para darme la posibilidad de tener una buena educación. Podría elegir lo que quisiera estudiar. Entonces acepté. Dejé a mi madre y me fui a vivir a Nueva York.

Ese tío, que yo conocía muy poco, fue la posibilidad de encontrar a alguien de la familia de mi padre. Me fui a vivir con él y su esposa, que era judía también, originaria de Alemania. En determinado momento sentí que quería hacer mi vida sola, me fui de la casa de la familia paterna a vivir sola, y como mi madre se había casado nuevamente y se había ido a vivir a Brasil, decidí hacer un viaje a Brasil.

Me gustó mucho Brasil, más que los Estados Unidos, y decidí quedarme en San Pablo, la primera ciudad que conocí ahí.

Decidí seguir mis estudios, tuve que aprender obviamente portugués, era para mí un país nuevo, pero me gustó mucho. No sé… sentí una facilidad para relacionarme con el pueblo brasileño. Desde entonces y hasta hoy, estoy en Brasil.

Quise conocer Brasil, y no solo San Pablo, sino todo Brasil. Empecé por trabajar para sobrevivir; quería conocer Brasil y los brasileños, por lo que empecé a fotografiar.

Como tenía que aprender portugués y acostumbrarme a la vida local, me pareció que la fotografía, que conocí en Brasil, era mi forma de comunicarme conmigo misma y con los brasileños.

En aquel tiempo conocí a Darcy Ribeiro y él me sugirió que conociera también los pueblos indígenas de Brasil, lo cual me pareció muy bien. Primero fui con los indios karajá, donde me quedé un tiempo. Después volví a San Pablo y quise conocer otros pueblos indígenas y fui con los bororó, donde también me quedé un tiempo. Volví nuevamente a San Pablo, me casé, me ligué aun más a los brasileños y pasados algunos años decidí conocer la Amazonia. Conocí a una persona, un suizo-francés, que fue a las tierras de los yanomami y decidí conocerlos yo también, por lo que me aventuré en la Amazonia. Me gustó mucho y decidí que quería conocerlos realmente bien, entender cómo eran como pueblo. Fui ya desde ese momento con mi máquina fotográfica porque quise profundizar el conocimiento de ese pueblo a través de la fotografía. En aquel momento yo trabajaba para la editorial Abril, en San Pablo. Volví a los yanomami e intenté conocer y entender quiénes eran como pueblo, utilizando también la fotografía para ello; fue así como profundicé el conocimiento de los yanomami.

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Notas

Notas
1 Este relato es la transcripción de un fragmento –editado por Gabriela Levy– del intercambio entre Claudia Andujar, Davi Kopenawa (Yanomami) y Thyago Nogueira (curador) que tuvo lugar el 15 de diciembre de 2018 durante la apertura de la exposición “Claudia Andujar: la lucha Yanomami” en el Instituto Moreira Salles – IMS Paulista (San Pablo). Esta exposición estará en cartel en el Instituto Moreira Salles – IMS Rio (Río de Janeiro) de julio a noviembre de 2019, y en la Fondation Cartier pour l´art contemporain, París, de diciembre de 2019 a abril de 2020.
2 Fotógrafa.

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